sábado, 16 de mayo de 2015

¡Soy puta!




Ahora son 31 años, dos meses, veintiún días.

Mi madre me "anidaba" en su vientre y mi abuela materna le enseñaba a  ser buena esposa, buena madre, buena cocinera, obediente y sumisa, los sonidos de las ollas, los trastes fueron las primeras cosas que escuchaba desde el vientre.

A veces escuchaba los gritos hambrientos de mi papá...

Cuando era tan pequeña mi madre me decoraba la cabeza con unos lazos blancos parecidos a los de la canción la familia, la propiedad privada y el amor de Silvio, junto a mi cama colocaba una muñeca horrorosa de cabellos amarillos y enormes ojos azules para que yo fuera su madre y la cuidara...

Me alimentaba día a día con  la esperanza de que cuando yo creciera pudiera agarrarme de un buen hombre o tener un marido que "decore" mis apellidos y que continúe la tradición de estar casada en ese pueblo chico que es mi   Ambato, añoraba que tenga hijos, que compre una casita y viva en papel de madre, de esposa, en pos de obediencia (incluso sexual) como un mandamiento añadido a la tabla de Moisés, era la única salvación de una mujer en un pueblo curuchupa...

Mi abuela materna le enseñó a mi madre a "aguantar", manteniendo los lazos conyugales intactos "aunque pegue, aunque mate, marido es", tantas veces vi en mi madre el deseo de salir corriendo y jamás pudo escapar, porque estábamos los hijos y ella tenía que quedarse en la casa por nosotros.

Yo era una niña malcriada y rebelde, la nieta menos adorada de mis abuelos maternos, una machona completa que salía con sus amigos del barrio a fumarse un cigarillo en el mirador de Miraflores alto, que les mostraba un libro erótico robado que se llamaba "el arte de amar" , era una "niña descarriada".

Reclamaba la misma cantidad de comida en todos los platos ¿Por qué a los hombres les servían más?
 yo también tenía hambre ¿Por qué han de servirme al último? y si yo quería acostarme a comer en la cama ¿Por qué no podía hacerlo y mi hermano sí?, esos actos me indignaban, así que mejor salía de mi casa y me besaba con algún amiguito del barrio.

Mi niñez terminaba y fuí a parar en un colegio de monjas, me oponía a las reglas de mis padres, me juntaba con mis amigos “todos machos”, rompía la gola del uniforme de la Inmaculada para esconder mis cigarros y atormentaba a la madre Vicenta "religiosa inolvidable" con mis historias sobre la vida y mis pensamientos filosóficos que según la monja me conducirían al maligno  ( denominación que asertivamente le daba al diablo.)

Escupí tantas veces la carpeta rosada de religión que nos obligaban a decorar con flores, corazones y cruces...

Le temía a un Dios que me enseñó llevar la falda debajo de la rodilla y arrepentirme de tener enamorado porque era sucio y prohibido a mi edad.


Mi madre profanaba contra mí todo tipo de insultos, no podía concebir la idea de una princesita convertida en un demonio, no asimilaba la idea de que al regalarme los libros de Cuauhtémoc los cogí en gajo y los rompí todos.

Recuerdo también  la bofetada de mi padre al tener que atender a su hija que por machona se cayó de la bicicleta, me retumba el día en que me vió bajar de un taxi con un amigo, me gritó PUTA y me cayó a correazos.

Tenía tantas ganas de huir.

Al cumplir diez y siete años vi la oportunidad de volar, me fui a Quito y comencé mi carrera de leyes a la que he detestado durante toda mi vida pues ciertamente tengo una vocación frustrada ( escribir )  pero el tener una profesión que no me resulte "rentable" sembró en mi padre una incertidumbre tenaz así que decidí hacerle caso, me fue bien, era tan estudiosa que lloraba si sacaba un 8, el don de la palabra que  tenía hacía que si yo no sabía algo “lo inventaba".

En la universidad gané tantas batallas, conocí al padre de mi hija en medio del vaivén revolucionario que tenía en la sangre, nos casamos, yo tenía 19 años, me embaracé de mi Bala linda, tenía miedo...


Al verla salir de mis entrañas, volvia al pasado, mi abuela y mi madre estaban junto a mí enseñándome a esconder los gordos, a tapar las estrías, enseñándome a no deformarme los senos dando el pecho, atragantándome de coladas y sopas de gallina vieja para que me siente la leche, envolviendo a mi hermosa como una momia.

 Era yo y mis 19 años, cargada una GUAGUA que no quería que de ningún modo se vea forzada a vivir lo que yo.

Sentía ganas de gritar cuando me decían que me aguante y no llore ante los dolores de la cesárea "que sea macha" así como fui para "hacerle a mi hija."


Tres días después del parto me zafé la maldita sábana con la que casi me asfixian y le solté del tamal a la bala  para que pueda dormir a pierna suelta,  le ponía música, quería volver a la universidad y regresé con ella en los brazos, porque mi suegra me dijo dictatorialmente "PRIMERO MADRE ANTES QUE PROFESIONAL", fueron años tortuosos en los que mi trabajo era triple y nadie lo valoraba, en los que escuché más de una vez que mi padre me decía que "era lo que me busqué" y que debo aguantar porque es difícil convivir con una persona de carácter "tan complicado"como el mío.

¡Nadie tenía que aguantarme!

Me largué....

Yo creé una adicción a los libros en mí, amontonándolos en cada esquina, le compraba a mi Vale con apenas tres años un principito ilustrado, me veía beber y yo no le mentía ni un carajo, le decía a viva voz el derecho que tengo de embriagarme, porque la vida me hastiaba ( al punto de sentir la náusea de Sartre) y necesitaba olvidar (omito por efectos de tiempo la tortura que viví durante mi estancia matrimonial.)

Mi bala me veía fumar un cigarrillo con tanto gusto que no me juzgaba, al fin y al cabo sabía que su madre era una loca, una guerrera, una puta madre que la amaba profundamente, que la abrazaba y besaba hasta el cansancio, una madre que  la acompañaría siempre en su travesía por la vida, que le enseñaría a ser FEMINISTA, bien aguerrida.

En fin , el motivo de esta carta es para explicarles por qué soy PUTA, pues me consta de sobremanera que sin oírlo de nadie he sentido me lo han dicho, esa putería destruyó mi relación afectiva ( o las que pude tener) porque no me dejaban volar, si bien es cierto que siempre fui rebelde  y que me iba en contra de lo establecido por la religión y la sociedad, existía algo jodidamente sagrado para mí, que no me enseñaron ni los libros,  ni mis padres, sino mi propia experiencia y es respetar mi cuerpo como un estado soberano y LIBRE, de modo que no era ni un cofre, ni una virgen, simplemente era una mujer que debía amar para darse.

El término puta para un buen grupo de gente, era esa mujer "como yo" que siempre caminaba del brazo de un hombre (obviamente no consideraban que esos hombres eran mis únicos amigos) esa palabra que venía acompañada de los inventos que podían hacer sobre mi persona, sobre mi maternidad, inventándome miles de historias sobre mi procedencia, criticando la forma en la que actuaba mi familia paterna,  la soledad en la que supuestamente hice a mi hija ( juro solemnemente que incluso han dicho que esa niña no tiene padre.)

Soy Puta porque me botó mi marido y porque me he quedado sola, soy puta porque no me callo, soy puta porque no pude aguantar un matrimonio, soy puta por que yo me busqué mi "desgracia", soy puta por estar sola y por decir lo que siento también soy puta.

Soy puta porque abrí un libro de pequeña y porque empecé a escribir uno  y los escritores "son borrachos o drogadictos",  PUTA porque me han visto amando profundamente bajo la lluvia a mi hombre (acto incestuoso y extremadamente vulgar) soy puta por abrazar a mis amigos, soy puta soy puta porque amo profundamente y lloro con un sentimiento devorador cuando sufro, además lo soy por que como pocas no me tapo, no me escondo  ¡SOY!

Soy puta, porque no me dejo pegar y porque cuando me tomo un trago y no me acuesto contigo soy puta y calienta huevos, provocadora y fácil.

Soy puta, porque soy diversa, soy puta porque no creo en Dios, soy puta porque no sé "comportarme como mujercita" porque no agacho ni el lomo, ni mi cabeza, ni mi vida para atender a nadie.

Soy puta porque soy libre.
Soy PUTA porque la gente me inventó así, porque SER es un pecado en nuestro terruño y PARECER es la elección perfecta, "parecer feliz", "parecer casado", "parecer buen padre", "parecer buen trabajador" y "parecer inteligente".


Pero sigo siendo PUTA para ellos, puta porque soy de esas que salieron del confort de sus casas, que decidieron hacerle caso a su alma, que volaron,  puta porque soy de esas mujeres que no se juntan con algunas mujeres pues resultan chismosas, soy puta porque hablo como "macho" y si defiendo a otras mujeres y hermanas soy  "Feminazi" y PUTA.


Porque las huellas que nos dejan nuestros ancestros fueron la permanencia (sin sentimientos), porque no me enseñaron a ESCOGER SER FELIZ y a COGER con amor.

Soy puta porque madre libre y emputada quiero enseñarles a mis hijos a luchar, a no tener complejos, porque con complejos y estereotipos se crían machos violentos y mujeres sumisas, porque por no "dejarles llorar" a nuestros varones se deshumanizan porque por "enseñarles a atender a los varoncitos" las mujeres AGUANTAN TODO.

¡Porque NUNCA se debe agachar la cabeza ante el varón para que no se enoje!

¡Porque el momento en que uno aguanta un matrimonio tortuoso,  le pone precio al cuerpo y a la vida y se prostituye!

Porque aguantar, callar, planchar, lavar, cocinar, esclavizarme en el trabajo, fingir frente a los hijos es prostituirse.

Porque un día me bañaron en agua fría luego de pegarme y me dijeron que tuve la culpa por "MALA" y por puta.

Porque prefiero que me sigan diciendo PUTA, pero libre, entera, sin morados en el alma y la piel.

Porque sigo siendo puta, pero estoy viva.

Porque no me importa lo que pienses, me muero puta.

 SOY PUTA CON MAYÚSCULAS porque la dignidad y el amor propio no se negocian.