martes, 31 de mayo de 2016

11 minutos

" No duele el útero sino el alma"

 


Al despertarse la entrepierna sangrante, el dolor en el cuerpo, los recuerdos difusos.

Salí a divertirme pero mientras bailaba mi mente olvidaba, viví la peor pesadilla de mi vida. 

Corrí a que me abrazaran, sentí miedo de mis padres,  la sociedad -además- me trató como una basura, la policía me interrogó -yo lloraba- el alma lloraba, 30 hombres "quizá menos" o "quizá 33" cavaron en lo profundo de mi ser un dolor inevitable, el dolor que brota del alma y lo publicaron en las redes - me violaron- y ellos lo festejan.  

La policía me preguntó ¿Solías practicar orgías? ¿Te drogabas? ¿los conocías? ¿te fuiste de fiesta con ellos? ¿bebiste? les faltó preguntarme si lo disfruté, si me gustó, si lo mio es una mala resaca, una resaca de excesos nada mas...

A las niñas de casa "jamás les ocurriría aquello" ¡seguro lo pensaron en secreto!

Deseo tanto abrazar a mi hijo, pero siento vergüenza, me hicieron creer que yo me lo busqué.

Cada noche mientras duermo, en mis pesadillas tengo la sensación de que la basura brota de mis ojos, de mi boca, de mi ser, la sociedad me ensucia, me señala, siento que la gente me odia..

Ahora me duele el alma, el útero sangró.

¡33 veces!

Cada 11 minutos una mujer es violada en Brasil y en el mundo.

11 Minutos para destrozar una vida, los violadores actúan con prisa y procuran que cada vez los delitos sexuales se justifiquen atribuyéndolos a la víctima, "esa zorra" que viste de minifalda, la "borracha" que les alegra los "after party", la "callejera" que busca el peligro y la seducción de la noche para atraparte, la "mama soltera" que necesita sexo, por que es fácil, muy fácil a estas "mujerzuelas" destrozarles la vida de una en una.

 Cada once minutos...

Las redes sociales, los medios de comunicación y las autoridades como herramientas para acrecentar un patriarcado que permite que:

Los agresores tengan la "valentía" de difundirlo, que la "suciedad" aplauda la maldad y que las mujeres no tengamos más que resistir para poder sobrevivir en medio de un sistema que nos acosa, nos culpa y nos revictimiza para hacernos caer.

Para que siempre sintamos culpa y callemos.